viernes, 30 de noviembre de 2012

ORACIÓN DE LA FAMILIA (En el “Año de la Fe”)



Padre bueno, nuestras familias necesitan del calor de tu presencia, inflama con tu Santo Espíritu nuestros corazones, llena de tu amor misericordioso el seno de nuestros hogares.Te rogamos nos enseñes aceptarnos como somos, con talentos y defectos, a alentarnos en lo bueno y perdonarnos en las ofensas; a sostenernos en las debilidades y a vivir siempre en tu voluntad.Que el amor de tu Hijo Jesús, nacido en el seno de la familia de José y María, sea cada día más intenso en cada uno de nuestros hogares.A ti que eres nuestro Dios y Padre, por los siglos de los siglos. Amén.Jesús, María y José. Bendigan y santifiquen nuestro hogar.


El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento. Queridos esposos, Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, los hace partícipes de su amor esponsal, haciéndolos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total. Si, con la fuerza que viene de la gracia del sacramento, saben acoger este don, renovando cada día, con fe, su «sí», también su familia vivirá del amor de Dios, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret.

Queridas familias, pidan con frecuencia en la oración la ayuda de la Virgen María y de san José. La vocación  de ustedes no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la
única fuerza que puede verdaderamente transformar el cosmos, el mundo. Ante ustedes está el testimonio de tantas familias, que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar  abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia. Vívanlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que vivan el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, se convertirán en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica.”

Familia, trabajo, fiesta: tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la paternidad y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano. A este respecto, privilegien siempre la lógica del ser respecto a la del tener: la primera construye, la segunda termina por destruir. Es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a él y precisamente por eso «nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea “todo para todos” (1 Co 15,28)»

Benedicto XVI, Encuentro Mundial de las Familias, Milán 2012

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