sábado, 26 de abril de 2014

Comentario del evangelio del 2º Domingo de Pascua 2014

Si el tiempo de Cuaresma es un camino catequético para los catecúmenos que se preparan al Bautismo, el tiempo de Pascua es el momento de la catequesis mistagógica, de profundización de la catequesis bautismal: después de habernos sumergido en la muerte de Cristo, representada en las aguas bautismales, la luz de la Resurrección nos va iluminando los lugares de encuentro con el Señor. Y el primer lugar que ilumina esa luz es la propia comunidad de los discípulos. El Bautismo supone necesariamente la pertenencia a la comunidad creyente, la inserción en la Iglesia. Ser “creyente por libre”, sin comunidad ni comunión con los otros discípulos de Jesús, es una contradicción, prácticamente un imposible. Ser creyente en Cristo al margen de la comunidad que me anuncia y proclama la Palabra, que me ha bautizado y que parte el Pan de la Eucaristía, es lo mismo que ser cristiano sin Cristo. Y los que pretenden ser cristianos al margen de la Iglesia, en realidad viven también de ella (pues de ella toman la fe que dicen, pese a todo profesar), pero a modo de parásitos, sin construirla ni mantenerla.
Es lo que, tal vez, intentó Tomás, que, quién sabe por qué motivos (por una desilusión profunda tras la muerte de Jesús, o por hartazgo de la compañía de los otros diez, que tras la muerte de Jesús se le hacía insoportable, o por cualesquiera otros motivos), se apartó del grupo y, en consecuencia, no pudo ver al Señor resucitado aquél “primer día de la semana” en que los demás discípulos estaban reunidos.
La primera lectura concluye diciendo que “Día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando”. Pertenecer a la Iglesia y agregarse al grupo (que el Señor nos agregue) no puede entenderse simplemente como un acto jurídico o una mera pertenencia social: aquí estamos hablando de algo mucho más radical, de un acto salvífico que sólo puede suceder por la acción gratuita de Dios. Se trata de un nuevo nacimiento: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo”, nos escribe Pedro hoy. Eso

miércoles, 23 de abril de 2014

Papa Francisco en audiencia: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?”




Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Esta es una semana de alegría. Celebramos la Resurrección de Jesús. Es una verdadera alegría, profunda, basada en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere, sino que está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta certeza habita en el corazón de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24, 5) ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Estas palabras son como una piedra miliar en la historia; pero también una "piedra de tropiezo" si no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si creemos que nos causa menos molestia un Jesús muerto que un Jesús vivo!

En cambio, cuántas veces en nuestro camino diario necesitamos que nos digan: "¿Por qué estás buscando entre los muertos al que está vivo?" ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Y cuántas veces

martes, 22 de abril de 2014

Reunión de Junta Diocesana de Catequesis de Oberá (12 de abril 2014)


El pasado sábado 12 de abril fue nuestra 2ª Reunión bimestral de Junta Diocesana de Catequesis. Como solemos hacerlo, comenzamos con una oración, pero esta vez guiada por el P. Simón (párroco de la Pquia "Cristo Rey" de Oberá) sede de la reunión ese día.
También contamos con la presencia de nuestro obispo el padre Damián Santiago Bitar, quien nos escuchó con mucha atención e intervenía para acotar, sugerir, aclarar y aconsejarnos como padre y pastor sobre el caminar de la catequesis en nuestra diócesis

Participaron de esa reunión coordinadores de catequesis de las siguientes parroquias:
- Cristo Rey (Oberá)
- Sta Rita (Oberá)
- Iglesia Catedral San Antonio (Oberá)
- San Pantaleón (Oberá)

domingo, 20 de abril de 2014

Nuestro saludo pascual para todos los catequistas y amigos!!!!


¡Resucitó! !Aleluya, alegría!


¡Aleluya, aleluya!, éste es el grito que, desde hace veinte siglos, dicen hoy los cristianos, un grito que traspasa los siglos y cruza continentes y fronteras. Alegría, porque Él resucitó. Alegría para los niños que acaban de asomarse a la vida y para los ancianos que se preguntan a dónde van sus años; alegría para los que rezan en la paz de las iglesias y para los que cantan en las discotecas; alegría para los solitarios que consumen su vida en el silencio y para los que gritan su gozo en la ciudad.

Como el sol se levanta sobre el mar victorioso, así Cristo se alza encima de la muerte. Como se abren las

miércoles, 16 de abril de 2014

Audiencia Papal del miércoles santo (2014)


Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, en la mitad de la Semana Santa, la liturgia nos presenta el triste hecho de la traición de Judas. Judas va a las autoridades y les dice simplemente: ¿Cuánto me van a dar si yo lo entrego?”. “Treinta monedas”. Y Jesús tiene precio, como cualquier mercadería en un mercado. Y Jesús acepta esa humillación hasta la muerte de cruz. En su sufrimiento y en su muerte podemos ver el dolor de la humanidad, el dolor de nuestros pecados, y la respuesta de Dios a ese misterio del poder del mal. Dios toma sobre sí el mal del mundo para vencerlo. Su Pasión no ocurre por error, es la manera de mostrarnos su amor infinito.

En esa Pasión de Jesús contemplamos su grandeza y su amor.
En esta Semana Santa nos hará bien a todos mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús, y decirle gracias,

martes, 15 de abril de 2014

El Triduo Pascual




El Jueves Santo
El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la Cena del Señor del Jueves Santo, día de reconciliación, memoria de la eucaristía y pórtico de la pasión. Se celebra lo que Jesús vivió en la cena de despedida: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva» (1 Cor 11,26). En uno de los tres días anteriores al jueves puede celebrarse comunitariamente la penitencia. Después de una introducción al sentido de la reconciliación previa al triduo, se canta algo apropiado y se hace oración. Dos o tres lecturas bíblicas ayudan a tomar conciencia mediante un examen concreto comunitario, hecho eventualmente entre varias personas, según el tema elegido para la revisión. Se puede introducir un gesto penitencial, como es el encendido o apagado de algunas velas, la quema de papeles en un brasero, romper una vasija de barro, etc. Si la comunidad es grande -y en tanto sea posible-, se divide en grupos para tomar conciencia de los pecados. Luego se pide perdón por medio de unas peticiones preparadas; si es posible, se hace también de manera espontánea y se invita a la reconciliación con un silencio prolongado. Después, individual o comunitariamente, se da la absolución. El

viernes, 11 de abril de 2014

Comentario al Evangelio del domingo, 13 de abril de 2014


La victoria de la Cruz
El Domingo de Ramos, la puerta de entrada en la Semana Santa, reúne dos motivos en apariencia contradictorios: por un lado, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; por el otro, el fracaso de su trágica muerte en la cruz. El triunfo y la derrota. Mejor sería decir, el triunfo aparente, y la derrota real y sin paliativos. Podemos preguntarnos por qué la liturgia reúne estos dos motivos, que, pese a su cercanía temporal, no coinciden del todo. ¿Por qué anticipar al Domingo de Ramos lo que sucederá el Viernes Santo? ¿Para qué empañar este momento de gloria, aunque efímero, bajo la sombra del fracaso de la cruz? De hecho, hasta el enunciado de la solemnidad puede parecer engañoso: Domingo de Ramos, decimos, pero lo cierto es que la lectura de este episodio ocupa un lugar casi marginal en la celebración litúrgica, en la que todo el protagonismo se lo lleva la lectura dramatizada de la pasión.
La liturgia concentra en sí la experiencia cristiana de siglos, y está penetrada de una lógica profunda, que podemos ir descubriendo y comprendiendo precisamente en la pedagogía de la repetición cíclica. No se trata de una mera compresión teórica, sino vital: la liturgia nos va introduciendo en el misterio mismo de Cristo, ayudándonos a hacerlo parte de nuestra vida, a “entrar” literalmente en él, a hacernos coprotagonistas de esta historia en el mismo sentido en que lo fueron quienes acompañaban a Jesús en los

jueves, 10 de abril de 2014

Comienzan la Catequesis del Papa dedicadas a los "dones del Espíritu Santo": Hoy, la Sabiduría


Queridos hermanos y hermanas:

Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicadas a los siete dones del Espíritu Santo. El primer don es el de la sabiduría. Ésta no es fruto del conocimiento y la experiencia humana, sino que consiste en una luz interior que sólo puede dar el Espíritu Santo y que nos hace capaces de reconocer la huella de Dios en nuestra vida y en la historia. Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios y hace del cristiano un contemplativo: todo le habla de Dios y todo lo ve como un signo de su amor y un motivo para dar gracias. Esto no significa que el cristiano tenga una respuesta para cada cosa, sino que tiene como el “gusto, como el “sabor” de Dios, de tal manera que en su corazón y en su vida todo habla de Dios. También nosotros tenemos que preguntarnos si nuestra vida tiene el sabor del Evangelio; si los demás perciben que somos

martes, 8 de abril de 2014

domingo, 6 de abril de 2014

17. Los trece Profetas Menores


Amós, Oseas, Miqueas, Sofonías, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, Jonás, Baruc.


I. INTRODUCCIÓN

Amós, Oseas y Miqueas, contemporáneos de Isaías, anuncian la invasión asiria, como llamada de atención de Yahveh para que se restaure la Alianza. Sofonías, Nahum y Habacuc viven los años del final del dominio asirio y la ascensión del imperio babilónico, lo que debe llevar a una restauración nacional y a una reforma religiosa. Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías y Joel proclaman la euforia nacionalista, la restauración de las instituciones y la reconstrucción del templo tras el destierro babilónico. Baruc era el nombre del secretario de Jeremías en cuyo libro es manifiesto el interés por los exiliados. Por último, el libro de Jonás es una historia novelada o parábola, que proclama una apertura de la Alianza a todos los hombres, incluso a los paganos.

1.         Ambiente histórico del siglo VIII (Amós, Oseas y Miqueas): período de prosperidad y riqueza en el Reino de Israel. Sin embargo, las riquezas se encuentran en manos de unos pocos, hay abusos e injusticias sociales.

2.         Ambiente histórico del siglo VII (Sofonías, Nahúm, Habacuc): Los asirios, egipcios y caldeos luchaban por tener la hegemonía del medio Oriente. Palestina caía en manos del primero que invadiese. El mal gobierno de los reyes de Judea atrajo sobre la nación la derrota, que se hizo definitiva con el asedio de Jerusalén en el año 587 a.C. y la deportación del Pueblo de Dios a Babilonia.

3.         Ambiente histórico del siglo VI al siglo III: (Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, Jonás, Baruc). Después del imperio de Babilonia, vino el imperio persa, que sujetó a Babilonia y ensanchó su imperio, durante dos siglos. Ciro es el primero de sus jefes. Fue Ciro el que permitió a la cautivos de Babilonia volver a su patria. A Ciro le sucedió su hijo Cambises, tirano cruel, caprichoso y enfermo que se ganó el odio del pueblo y fue asesinado. Le sucedió Darío, que puso paz en todo el imperio. Durante el imperio de los persas, el Pueblo de Dios vuelve a su patria y se estabiliza en Palestina, ocupándose

miércoles, 2 de abril de 2014

Catequesis del Papa: "El Sacramento del Matrimonio"


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre los Sacramentos hablando del Matrimonio. Este Sacramento nos conduce al corazón del designio de Dios, que es un designio de alianza con su pueblo, con todos nosotros, un designio de comunión. Al inicio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, como coronación del relato de la creación, se dice: “Dios creó el hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer… Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer y los dos llegan a ser una sola carne”. (Gen 1,27; 2,24). La imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer, los dos. No solamente el varón, el hombre, no sólo la mujer, no, los dos. Y ésta es la imagen de Dios: es el amor, la alianza de Dios con nosotros está allí, está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es muy bello, es muy bello. Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva.

1. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por así decir, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios lineamientos y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es la imagen del amor de Dios con nosotros, es muy bello. También Dios, en efecto, es comunión: las tres