Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la Sagrada Escritura, la misericordia de Dios está
presente a lo largo de toda la historia del Pueblo de Israel.
Con su misericordia, el Señor acompaña el camino de los
Patriarcas, a ellos les dona hijos no obstante su condición de esterilidad, los
conduce por caminos de gracia y de reconciliación, como demuestra la historia
de José y de sus hermanos (Cfr. Gen 37-50). Y pienso en tantos hermanos que
están alejados dentro de una familia y no se hablan. Pero este Año de la
Misericordia es una buena ocasión para reencontrarse, abrazarse y perdonarse,
¡eh! Olvidar las cosas feas. Pero, como sabemos, en Egipto la vida para el
pueblo se hace dura. Y es ahí cuando los Israelitas están por perecer, que el
Señor interviene y realiza la salvación.
Se lee en el libro del Éxodo: «Pasó mucho tiempo y,
mientras tanto, murió el rey de Egipto. Los israelitas, que gemían en la
esclavitud, hicieron oír su clamor, y ese clamor llegó hasta Dios, desde el