“Jesús, al bajar con ellos, se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!” (Lc 6, 17-23)
FELICES LOS CATEQUISTAS POBRES
Felices los catequistas que viven con austeridad
Y dan testimonio de desapego de las cosas materiales.
Felices, si ponen sus recursos al servicio de la gente.
Felices, si dan su tiempo generosamente y sin especular.
Felices los que no se ciegan con la sociedad de consumo.
Felices los que no pactan con el lujo, el confort y la comodidad.
Felices, si saben vivir con sencillez,
Aunque aprecien y tengan los medios tecnológicos
Para hacer más eficaz su tarea,
Poniéndolos al servicio de todos, sin exclusiones.
Felices los que se dan cuenta de sus propias limitaciones
Y viven esa pobreza como un desafío para crecer.
Felices los que, desde su pobreza,
Luchan por la promoción del hombre.
Felices los que asumen que Jesús fue pobre y,
Con Él, comparten esa opción preferencial,
Encarnándose entre sus pares.
Felices los que, en el hablar, en el vestir, y lo cotidiano,
Viven su pobreza con coherencia y alegría.
Felices los catequistas pobres,
Porque mostrarán el verdadero rostro de Jesús
Y serán signos vivos del Reino que ya está entre nosotros.
Felices, porque ellos descubrirán lo esencial de la vida
Felices, porque están llevando con su vida
El anuncio del auténtico evangelio.
Felices los catequistas pobres,
Porque de ellos es el Reino
de los Cielos.
CREEMOS Y ANUNCIAMOS la Buena Noticia de las bienaventuranzas, que afecta a toda la vida del hombre e incluye “un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje especialmente vigoroso en nuestros días sobre la liberación”. (Juntos para un Evangelización Permanente 37)
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