sábado, 2 de agosto de 2014

Comentario al Evangelio del domingo, 3 de agosto de 2014

Queridos hermanos:

En los domingos anteriores hemos reflexionado sobre el Reino de Dios a través de las parábolas: el Reino es semilla, mostaza, levadura, perla preciosa, tesoro…. Hoy, es un milagro el que termina hablándonos del Reino como un gran banquete, aquél anunciado por Isaías en la primera lectura: “Oíd, sedientos todos, acudid por agua también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo; comed sin pagar vino y leche de balde”. No resulta por tanto difícil comprender que el Reino viene al encuentro de los más necesitados.
Jesús realizó el milagro, el signo del Reino con la colaboración de los discípulos, fueron ellos los que le plantearon el problema, los que trajeron los “cinco panes y dos peces”, los que distribuyeron la comida. Él les replicó “dadles vosotros de comer”, y desde entonces los cristianos somos los servidores del Reino, los que preparan y sirven la mesa. Pero esto implica muchas cosas.
La primera conocer la realidad, “le dio lástima al ver el gentío”. Debemos conocer la situación de lo que realmente pasa hoy en el mundo y sus causas, que no son solamente morales o económicas, hacen también
referencia a la sociología, la psicología, la política. “No basta con dar el pez, hay que dar la caña” y como dice nuestro amigo Pedro Casaldáliga: “Hay que saber de quién es el rio y quién lo contamina”. Es cierto que repartimos alimentos (Cáritas), ¿pero es lo que hoy se necesita, no será más importante trabajar las motivaciones?
Hoy pocos toleran que les demos el pan en la boca, más importante que el pan es la dignidad, el hombre que lo come. Nuestra tarea es rescatar esa dignidad aunque lo que nos pidan sean otras cosas. La actualidad del Reino pasa tanto a través de de la lucha por la justicia, poniendo el esfuerzo sobre todo en la dignidad de todo ser humano, como a través de saciar el hambre.
Nadie puede creerse que con cinco panes y dos peces, Jesús pudo alimentar a más de cinco mil personas y que además sobre; a no ser que estemos hablando de una vida diferente en las que las personas no necesitan tanto para vivir. El Reino es un estilo de vida en el que si se comparte lo poco se produce el milagro, de eso nos hablaba la levadura, “con poco, mucho”, es una nueva forma de entender la comunidad humana, es la utopía.
Nos dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y de la iniquidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros de comer!”, lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra solidaridad está un poco desgastada y a veces se interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”.

Esto es lo que celebramos en la Eucaristía, Jueves Santo y el Corpus siempre han estados unidos a la caridad, en ella se intuye el Reino. Se nos invita a despojarnos de nuestros atuendos, (lavar los pies), para sentarse en el pasto y comer con todo el mundo el mismo pan, no “nuestro pan”, sino el pan nuevo del Reino de Dios. (Julio César Rioja, cmf)

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