martes, 2 de julio de 2013

Espiritualidad del Catequista: El Catequista tiene una Profunda Vida Interior


Nadie da lo que no tiene. Para transmitir fielmente el mensaje de Dios debes llenarte de Dios.

 El catequista tiene una profunda vida interior
El catequista tiene una profunda vida interior
Nadie da lo que no tiene. Para transmitir fielmente el mensaje de Dios debes llenarte de Dios: ser una persona con una profunda vida interior, que reconoce el valor de la oración y que ama profundamente a Jesucristo y a su Iglesia. Este amor forzosamente se reflejará en tu trabajo de catequesis.


Por esto, el catequista que la Iglesia necesita:

- Tiene una profunda vida de oración.

- Mantiene una relación personal con Jesucristo. Lo ama real y apasionadamente.

- Su ejemplo transmite una convicción profunda de la fe católica, comunica una gran experiencia de Dios, contagia el amor de Cristo a los demás. Viendo al catequista, los alumnos descubren y experimentan a Dios de manera personal en sus vidas.

- Reconoce la acción de Dios en su tarea de catequesis, lo deja actuar por medio del Espíritu Santo, y
recuerda siempre que él sólo es un instrumento para sembrar la semilla que Dios hará germinar.

- Valora la vida de Gracia y por ello se acerca frecuentemente a los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Sabe que si el sarmiento se separa de la vid, no podrá dar fruto.


- Ama a la Iglesia profundamente. Se alegra con sus triunfos y se entristece con sus fracasos. La defiende de los ataques de sus enemigos y trabaja por su extensión.


- Reconoce al Papa como la autoridad suprema de la Iglesia. Estudia su palabra y la toma como propia.


- Ama a las almas de todos los hombres. Se preocupa por sus salvación eterna y por eso ora por ellos y trabaja eficazmente para que en todas ellas reine Jesucristo.


- Reconoce a María como su gran aliada en la tarea de catequesis. Le tiene una gran devoción que la manifiesta con la imitación de sus virtudes.



- Su testimonio guía a los alumnos a preferir a Dios sobre los atractivos del mundo, es testigo del gran tesoro de la fe católica por el cual vale la pena luchar. Es capaz de motivarlos a mejorar y crecer como hombres y como cristianos siguiendo el ejemplo de Cristo.

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