martes, 1 de octubre de 2013

La Palabra de Dios, el catequista y la catequesis


La naturaleza misma de la catequesis, la de acompañar y hacer madurar la respuesta de los cristianos, sea cual sea su edad, a la llamada de Dios, comporta su íntima unión con la Biblia.
No podemos separar la Sagrada Escritura de la Catequesis, porque en ella se encuentran expresadas el misterio de Dios y de Cristo que la catequesis debe ayudar a descubrir y vivir: porque el alma de toda catequesis es el plan de salvación de Dios para con los hombres y en la Biblia lo encontramos escrito, centrado en la persona de Cristo.

Está claro que la Biblia debe hallarse presente en toda catequesis, pero no de cualquier manera. Las características propias que hacen que la Biblia sea Palabra de Dios para el creyente, deben ser respetadas. La Biblia no es un libro de moral, ni de Teología Dogmáticas, ni de Arqueología, ni de curiosidades históricas o de narraciones antiguas.... La Biblia es el libro que contiene la experiencia fundamental de un pueblo creyente.

Estamos viviendo en nuestras catequesis una creciente conciencia de la importancia de la centralidad de la Palabra en nuestros encuentros, pero aún no es suficiente el espacio, la rumia, que favorezca el encuentro
personal con Jesús, fundamentalmente en la vida de los catequistas y en consecuencia en la de los catequizandos. Falta formación Bíblica especialmente en los catequistas que recién comienzan, porque muchas veces se los convoca y aún no han sido iniciados al discipulado.

También aún en los catequistas que poseen una formación que los preparó más en contenidos que en hacer experiencia de Dios, hay un modo deficiente de presencia de la Biblia en sus vidas y en la del grupo:

Hacen de ella un uso marginal: como fuente de episodios didácticos. Corren el peligro de reducir la Biblia a lo puramente anecdótico, las personas que han conocido la Palabra de Dios a través de este medio, llegan a pensar que la Biblia es algo infantil (cuento para niños), basados en hechos que sucedieron hace siglos y no tienen ningún tipo de influencia en nuestra vida personal.

Solo informan sobre la Biblia: corren el peligro de conformarse en una serie de conocimientos sobre la Biblia, pero sin llegar a la experiencia de fe contenida en ella.

La ponen al servicio de la doctrina: usan la Biblia para demostrar las verdades de fe que quieren enseñar, instrumentalizando el texto sagrado, al servicio de los contenidos catequéticos. A este tipo de uso le interesan aquellos textos Bíblicos que corroboran lo enseñado en el Credo, los Mandamientos, o el Magisterio Eclesiástico.

La convierten en un instrumento moralizante: la instrumentaliza al servicio de la moral, o de unas normas de conducta. La Biblia no es un libro de normas morales, sino un libro que recoge una experiencia profunda de fe y como tal debemos presentarla sin manipulaciones.

Hacen arqueologismo Bíblico: la Exégesis es un estudio científico de los textos Bíblicos, considera a la Biblia como un objeto a estudiar (es una experiencia que puede ocurrir en algunos cursos en la formación de catequistas). La Biblia no es un libro para analizar, sino una experiencia de fe para ser vivida hoy.

Hacen una lectura reduccionista: reducen la totalidad del mensaje, aceptando solo unos aspectos que les interesan más de cerca. Centran la lectura en algunos problemas del momento ó en los interrogantes particulares del grupo, y solo atienden a los textos Bíblicos que aluden a ellos.

Interpretan a su gusto: hacen una lectura libre o individualista de la Biblia dando sus propias interpretaciones personales a los textos que utilizan. Este modo libre y personal de leer la Biblia olvida que esta nació como la reflexión a la luz de la fe que un pueblo hizo de su propia historia y está destinada a ser norma de fe de ese pueblo a lo largo de los tiempos.

La presencia auténtica de la Biblia en la catequesis o Centrada en Dios
Centrada en el hombre        La Palabra de Dios se dirige a personas concretas, con una historia personal propia, con sus alegrías y penas, sus problemas y su ritmo de vida (Abraham, David, los demás apóstoles...) es una Palabra actual que le habla a las situaciones vida del hombre. Nuestra respuesta es también distinta de la que Dios pedirá a los creyentes del mañana. Nos exigen valentía y creatividad para buscar los caminos que nos presenta Dios a nosotros.
Centrada en la Iglesia          Dios ha querido llamar a toda una comunidad humana, para ser signo y testimonio a todos los hombres. Ha querido encarnar su presencia en nuestro mundo, no en personas individuales aisladas del resto, sino personas, que forman parte de un pueblo fiel.
Una presencia válida de la Biblia en la catequesis, debe ayudar a comprender el misterio de la Salvación de Dios en la Historia. Debe presentar las acciones salvíficas de Dios en el pasado, para ayudar a descubrir las acciones salvíficas y operantes de Dios en el presente. Debe llevar a dialogar, iluminar la realidad cotidiana, con el misterio de Jesucristo.

La catequesis hoy siente la necesidad de seguir la misma pedagogía que Dios usó al revelarse a nosotros. Por eso, las características que encontramos en el proceso revelador de Dios al mundo, serán también las características de la catequesis. Entre ellas sobresalen:

• La dimensión personal y al mismo tiempo comunitaria,
• El cristocentrismo de la catequesis,
•Uun dinamismo propio del crecimiento humano: etapa de de la vida – psicología evolutiva -religiosidad...
• La dimensión histórica y existencial
• Y la dimensión socio-transformadora.

Al seguir la pedagogía de Dios la catequesis se orienta por el principio de la interacción: la mutua influencia entre el mensaje y la existencia, entre la formulación de la fe y la experiencia de vida, entre fe y cultura (inculturación). (1)

La catequesis busca manifestar la unidad entre el proyecto salvífico de Dios y las aspiraciones de las personas. Entre los documentos más importantes de esta a visión renovada de la Revelación y de la evangelización inculturada podemos citar: DV- E N- A P (1)

Más aportes desde nuestras experiencias
El proceso de encontrarse con la Palabra de Dios de los padres de la CAFA, es paulatino. Al comienzo la incertidumbre y el descubrir la Biblia, generalmente la mayoría no han tenido acceso a ella y tienen el temor que nunca la van a poder conocer. Es un momento de búsqueda y de encontrarse con el misterio de Dios.

De a poco se encuentran con que la Biblia nos habla a todos, en las distintas situaciones, que va iluminando la vida concreta, y que aquella fe que recibieron como niños hoy la pueden madurar y comprender como adultos.

Muchos vienen con situaciones familiares difíciles, desuniones de parejas, a veces perdida de hijos, familiares y encuentran en la Palabra de Dios y la oración, la fuerza que están necesitando.

Poco a poco en los encuentros van apareciendo más Biblias, generalmente la tienen sus hijos, pero también ahora ellos tienen la necesidad de ir leyéndola, interiorizarla y de compartirla con los demás. ¡Cuánto que aprendemos los catequistas de sus reflexiones con la presencia viva del Espíritu Santo! Son muchos los frutos que van viviendo: el valorizarse como familia, con sus hijos, se refuerzan los lazos familiares, la comunicación, el dialogo y se van abandonando confiados en los brazos de Padre Dios.

Algo similar ocurre con las maestras que ingresan al colegio, están encargadas de la catequesis de los pequeños de la escuela, varias de ellas, al principio, tienen un acercamiento a la Palabra solamente desde lo intelectual. El ambiente, el acompañamiento (pedagogía divina - metodología de la catequesis) y los espacios que se brindan para la lectura orante de la Palabra va provocando cambios que se manifiestan en sus reflexiones, su predisposición, participación, el modo de relacionarse y su praxis.

Conclusiones
Nuestra experiencia nos hace ver y nos enfrenta con ciertas dificultades que tienen los catequistas por ausencia de una vida espiritual y praxis centrada en la Palabra: falta de docilidad al Espíritu, que conduce a interpretarla y actualizarla según el mismo espíritu con que fueron redactadas, modo deficiente de presentarla, falta de formación.

La centralidad de la Palabra en la catequesis hace que debamos vivirla con un trato “familiar”, cercano, como alimento, sostén, guía de toda nuestra tarea. El encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús, descrito por el evangelista Lucas (cf. Lc 24, 13-35), representa en cierto sentido el modelo de una catequesis en cuyo centro está la « explicación de las Escrituras», que sólo Cristo es capaz de dar (cf. Lc 24, 27-28)” (4)

Por esta razón el catequistas, como Moisés frente a la zarza ardiente, se adentrará en el misterio de Dios que nunca podrà terminar de abarcar o de comprender“. ..sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada” (Ex 3, 1ss ) en actitud de escucha y admiración ante el Creador.

La comunidad es el lugar donde la Palabra debe ser escuchada y acogida, como realidad viva y actual para ser interpretada en común. Las motivaciones, lo que constituye la razón por la que deben reunirse o “estar juntos”, no son de orden psicológico y pedagógico (necesidad del grupo para el crecimiento de la persona...), ni de evasión de la realidad, ni compensación de otras frustraciones... es porque la identidad del catequista y del grupo viene referida al encuentro con Jesús que les habla en su Palabra a cuyo servicio llama a los catequista.

Nos dice el Sínodo que el grupo es el lugar adecuado para escucha la Palabra. Es una escucha de fe, capaz de captar la voz de Dios. Trata de hacer del catequista, del grupo, “oyentes de la Palabra de Dios”, para ser servidores fieles. El área de escucha es doble: los textos bíblicos (o los documentos eclesiales o carismáticos) y la vida de los componentes del grupo. Escucha humilde, disponible, que penetra la vida para iluminarla, corregirla, y transformarla. Afirma san Gregorio Magno: “La Sagrada Escritura es como un espejo puesto ante los ojos de nuestra mente para que podamos ver en él nuestro rostro interior”. Prosigue san Gregorio: “La Palabra de Dios crece con el que la lee.”

Todo se convierte en un encuentro de experiencias y en un testimonio de la presencia del Señor en medio de la comunidad. Los catequistas comparten interrogantes y dificultades existenciales acerca del modo de vivir, testimoniar y servir el mensaje cristiano para que su Palabra no quede vacía de eficacia. La finalidad de la catequesis es formar testigos, no de “preparar expertos”, capaces de dar razón, con su propia vida de la Palabra que transmiten.


(Autores: Matilde Ocampo y Liliana Ocampo)

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