I. INTRODUCCIÓN
Los relatos bíblicos no nacieron en Israel como una
revelación llovida del cielo, por casualidad. Fue, más bien, fruto de una
reflexión iluminada por el Espíritu Santo, sobre la existencia y las
experiencias de la humanidad. Estos relatos bíblicos no tratan de dar una
respuesta científica sobre cómo ocurrió la creación. No es la finalidad de la
Biblia. Mientras la ciencia responde a la pregunta cómo suceden las cosas, la
Biblia, por el contrario, da respuestas al porqué y para qué de las cosas, en
vistas a la amistad con Dios aquí en la tierra y la salvación en la eternidad.
En este capítulo afrontaremos estas preguntas y problemas:
de dónde viene la vida, por qué y para qué creó Dios todo; existía algo o
alguien antes de la creación del mundo; por qué se narra en forma pintoresca
(serpiente, fruta prohibida, costilla de Adán, diluvio, torre de Babel, etc.);
cuáles son los temas profundos que esconde el Génesis; cómo viene presentado
Dios en el Génesis; cómo compaginar el relato de la creación con la teoría de
la evolución, defendida por la ciencia; por qué existe el mal y cómo empezó en
el mundo.
II. OBJETIVO
DOCTRINAL: Conocer el mensaje fundamental del Libro del Génesis.
III. OBJETIVO
VIVENCIAL: Tomar conciencia de mis orígenes como creatura de Dios y del
plan de Dios para mí.
IV. TESIS: El
libro del Génesis no es un libro de historia, sino un libro de fe. Trata de los
orígenes del mundo, del hombre y del pueblo de Israel. Al autor del libro no le
interesan los hechos en sí mismos, sino que usa de los acontecimientos en la
medida en que sirven para enseñar y explicar el Plan divino. Por eso los
nombres de los personajes, su edad, sus fechas, los números...son simbólicos y
esconden una verdad revelada por Dios, que sólo descubriremos desde la fe, ese
regalo dado por Dios el día del bautismo.
V. EXPLICACIÓN DE LA
TESIS:
1. La Biblia y la ciencia
La Biblia nos dice que el mundo fue creado en siete días; la
ciencia nos dice que se necesitaron millones de años para el desarrollo del
universo. La Biblia nos dice que Dios creó al hombre del barro, la ciencia
afirma que procede por evolución. ¿Hay contradicción?
No. Las dos, la ciencia y la Biblia, miran al mismo problema
de los orígenes, pero desde dos puntos de vista totalmente diversos. La ciencia
busca investigar y explicar lo que realmente pasó al principio. La Biblia, por
el contrario, hace una reflexión religiosa sobre la vida y el hombre frente a
Dios.
Pongamos un ejemplo: coloquemos delante de la luna a un
científico y a dos enamorados. ¿Cómo hablarían
de la misma luna estas personas?
El científico comenzaría a darnos datos, distancias, cifras, noticias
geográficas relativas a la luna...Los enamorados empezarían a tejer sueños,
ideales, sentimientos, hasta darían vida propia a la luna, se la prometerían al
otro.
Así pasó con el problema de los orígenes: el autor del
Génesis quiere darnos una respuesta profunda, inspirada por Dios, a los
problemas fundamentales del hombre y transmite sus respuestas a través de un
género literario “sapiencial” o “poético”. Así que la verdad del Génesis no
está en Adán y Eva, como personas reales; en el Edén, como un lugar preciso; en
la serpiente, la manzana, el barro, etc., sino en el mensaje religioso que
estas historias encierran.
2. Autor y fecha del
Génesis
El libro del Génesis no tiene un solo autor sagrado. Es el
resultado de antiguas tradiciones orales, populares, y de la recopilación de
las tres fuentes o tradiciones: yavista, eloísta y sacerdotal.
Se compuso, más o menos, hasta el siglo X a.C.
3. Características
literarias del Génesis
a) Se dan las tres tradiciones: Yavista, Elohísta y
sacerdotal.
b) Las formas literarias que usan son: relatos míticos,
leyendas y genealogías.
c) Las narraciones de los primeros capítulos del Génesis no
son del todo originales. En la literatura antigua de los pueblos cercanos a
Israel, como toda la región de Mesopotamia, se encuentran leyendas, cuentos,
relatos populares, mitos que hablan de los orígenes del mundo. En ellos se
aprecia mucha semejanza con las páginas bíblicas, especialmente en algunas
obras de Babilonia, como: el poema de Enuma-Elish, la epopeya de Atra-hasis, el
poema de Gilgamesh. Sin embargo, las semejanzas son sólo aparentes: se habla
del hombre creado con el barro, de una serpiente, del diluvio, etc. pero el
pensamiento es muy diferente. En el texto bíblico salta a la vista la enseñanza
del monoteísmo, contra el mundo poblado de dioses en Babilonia; la Biblia habla
de un Dios-Amor, que es el Señor, amigo del hombre, mientras que los mitos de
Mesopotamia dan una visión de dioses fracasados, egoístas, opresores del
hombre, quien es el juguete de los vicios de los mismos dioses. Finalmente, el
relato bíblico está purificado de toda tentación fantástica y mitológica: se presenta
sobrio y concentrado en la reflexión teológica, en contraste con las fantasías
de los relatos extrabíblicos.
Concluimos: El Génesis es original y único, no en la forma
literaria, sino en el mensaje sobre Dios y el hombre.
4. Contenido temático
del Génesis
Está dividido en dos gran partes:
a) La historia de los orígenes: capítulos 1-11
Cap. 1-3: relato de la creación, la caída del hombre, la
intervención de Dios y la sentencia, la promesa de la redención.
Cap. 4 y 5: Caín y Abel. El progreso del mal y de la
humanidad.
Cap. 6-10: El diluvio universal. Consecuencias del pecado.
Alianza de Dios.
Cap. 11: La torre de Babel. Consecuencias del pecado.
Llamada de atención de Dios.
b) La prehistoria de Israel: La historia de los patriarcas:
capítulos 12-50
Cap. 12-25: Vida de Abraham.
Cap. 26-27: Vida de Isaac.
Cap. 28-36: Vida de Jacob.
Cap. 37-50: Vida de José
5. Contenido
teológico y espiritual de los capítulos 1-11 del Génesis
1) Sobre Dios:
a) Dios es
eterno, existe desde siempre, nadie lo ha creado. Es trascendente, es decir,
está más allá de nuestros esquemas, no se puede fijar en unos rasgos o figuras
que nosotros dominamos o manejamos. Es el único y verdadero Dios, que no puede
confundirse ni mezclarse con las creencias politeístas y panteístas entonces
existentes y a las que se sentían inclinados los mismos israelitas. Se insiste
mucho en el monoteísmo, es decir, un solo Dios. Las demás cosas son creaturas y
obras de Dios.
b) Dios es Creador
del Universo, rector de la historia, Dueño y Señor, y, en cuanto tal, ha
elegido unas personas con las que formar un pueblo suyo: Israel. Por tanto,
todo lo demás es creatura de Dios. Por ser Señor puede mandar y prohibir a sus
creaturas. Y lo hará siempre para nuestro bien personal y comunitario.
c) Dios está
lleno de Poder y Majestad: Toda la creación es obra exclusiva de Dios: crea de
la nada para demostrar su omnipotencia. Por un acto de amor y voluntad mantiene
en el ser a todo lo que ha creado.
d) Dios, lleno
de bondad: todo lo hizo bueno. Su bondad le hizo estar cercano al hombre,
dispuesto al perdón, a renovar la alianza. Por eso hizo la promesa de redención
(Gn 3, 15). Es lo que se llama el Protoevangelio (primera buena noticia). Es un
versículo esperanzador, en medio de los castigos del pecado original. La
victoria de esta lucha del demonio con el género humano le tocará a la “Mujer”
(es decir, a María), que vencerá el mal, aplastándole su centro vital: la
cabeza. En la palabra “Linaje” se vislumbra ya la figura del Salvador, y en la
mujer los cristianos siempre han visto una figura de María, la Virgen Madre de
Dios.
Esta bondad de Dios la demostró también con Noé, que alcanzó
el favor de Dios, por ser hombre religioso, justo y recto (cf. Gn 6, 8). Y Dios
hizo una promesa de vida con la humanidad: “Ya no volverá a existir diluvio que
destruya la vida...” (Gn 9, 9-15).
2. Sobre el hombre:
a) Dios creó al
hombre a imagen y semejanza de Él: por tanto, inteligente y libre, con su
propia autonomía, su capacidad de realizarse y dominar la tierra. Sólo con
alguien semejante Dios puede establecer una alianza, un trato de amistad, un
diálogo. La imagen más profunda de Dios somos los hombres, por eso a Dios hay
que encontrarlo precisamente en los demás, no para divinizarlos, sino para
tratarlos con respeto y con justicia.
b) El hombre es
dueño del mundo: dueño, en cuanto Dios le ha dado el mundo como “casa”, y él
organiza y disfruta de las cosas. Dueño, en cuanto tiene que custodiarlo y cultivarlo,
como algo encomendado. El hombre es administrador sabio que cumple y realiza la
voluntad de su amo . Para realizar esta misión, Dios le concedió el don de la
palabra para que pusiera nombre a todo (cf. Gn 2, 19-20). Poner nombre es
levantar un acto de dominio. No domina por la fuerza material, en virtud de una
potencia irresponsable y ciega; sino en virtud de la palabra o pensamiento.
Gracias a la palabra y el pensamiento, el hombre puede discernir, sopesar,
encontrar la verdad de las cosas, y llevar adelante la técnica y la ciencia. El
hombre se dignifica en el trabajo y mediante el trabajo continúa transformando
el mundo y mejorándolo.
c) El hombre es
responsable de sí mismo: El hombre ya no es sólo el guarda satisfecho de la
tierra. Su vida no se cierra cultivando plantas y domando fieras o tesoros
minerales. Debe decidir sobre sí mismo: Dios le ha dado las llaves de su vida,
una conciencia para distinguir lo bueno de lo malo. De cuanto decide, hace y
dice es responsable. Aquí está la grandeza del hombre: en decidir su propio
destino. Dios no le impone el bien o el mal. Le propone el bien y le pone en
guardia sobre el mal. Pero el hombre es quien opta. Puede escoger el bien o el
mal. Si escoge el bien, se realiza. Si escoge el mal, se destruye. Por tanto,
el mal y el pecado no vienen de Dios; la causa de todo sufrimiento y del mal
moral debe situarse en el misterio de la libertad del hombre, que, aunque no
debe hacer el mal, lo puede hacer.
d) El hombre
está abierto hacia los otros: el hombre no estaría satisfecho totalmente sólo
con el dominio de las cosas. Por eso Dios le dio una ayuda semejante, una
compañera. Sólo la mujer es la única digna compañera del hombre; lo material y
los animales no pueden ser dignos de una relación personal. Y los dos se
convierten en personas, en cuanto entran en relación mutua y dialogan entre sí.
Sólo en el encuentro con el otro, que es igual en dignidad y distinto en
complementariedad, el hombre puede admirarse y gozarse (cf. Gn 2, 24). La mujer
aquí es presentada como portadora de gozo, de vida, de fecundidad. Sólo con
Eva, Adán puede comunicarse en sentido radical: dialoga en gesto de alteridad y
encuentro.
e) El hombre es
elevado por Dios a un estado de santidad y justicia que lo hace gozar de la
felicidad, de la intimidad divina. Esa felicidad depende de la obediencia del
hombre y de la mujer a Dios.
f) El hombre,
no obstante esta dignidad, sigue siendo débil: El hombre (Adán) ha salido del
polvo (Adamáh). Este juego de palabras quiere explicar el débil arraigambre del
hombre: el autor anticipa ya en cierto modo la posibilidad de la caída.
g) El hombre,
instigado por Satanás, se deja llevar por la soberbia y desobedece a Dios,
pecando contra Él y contra el plan que Dios le había marcado: quiere el hombre
hacer su vida, al margen de Dios. El hombre no acepta las limitaciones
inherentes a su propia naturaleza. Y se rebela. Tal rebeldía acarrea malas
consecuencias al hombre y a su familia, sufrimientos, peleas, diluvios, muerte.
El hombre y la mujer, con el pecado, pierden los privilegios de santidad y
justicia originales, pierden la intimidad con Dios. Pero el castigo no es
definitivo, Dios es misericordioso y promete al hombre un Redentor que
triunfará sobre el pecado y el mal. De esta realidad del pecado, destacamos
unos rasgos:
El pecado pertenece a Adán, no es de los dioses. Adán es el
hombre, el principio de lo humano que subyace en cada uno de nosotros. No
echemos la culpa a Dios que nos hizo libres. Tampoco descarguemos esa culpa
sobre dioses o demonios; ellos son los que derivan del pecado y no a la
inversa. Finalmente, no podemos refugiarnos en ningún tipo de destino, como
decían los griegos.
En nuestra vida se entromete la serpiente (cf. Gn 3, 1-6):
esta serpiente es el antidiós que quiere inocular su veneno de soberbia y de
ansia de independencia en el corazón del hombre.
El pecado es pretensión de hacernos dioses a nosotros
mismos, olvidándonos de nuestra situación de criatura, como los que quisieron
construir la Torre de Babel (cf Gn 11). Es buscar la propia autonomía en clave
de independencia, como endiosamiento de las propias apetencias, deseos y
realizaciones. Es querer realizarnos a nosotros mismos, en virtud de nuestra
técnica y esfuerzo, al margen de Dios. Es querer dominar incluso a Dios, para
usurparle su lugar y rechazar el Plan que Él tenía para el hombre. Es querer
levantar un monumento, donde dar culto idolátrico al egoísmo, al placer, a la
libertad, a la moda. Dios, ante tan grande soberbia e insolencia, intervino con
severidad. Pero, no olvidemos, el castigo del pecado lo escogemos nosotros. Cf.
Rm 5, 12-21.
h) El hombre
con el pecado original ha originado los restantes pecados:
Quedó rota la hermandad entre los hombres; así Caín mata a
Abel (cf. Gn 4, 1-16) y nace el reinado de la violencia y la ley del más
fuerte, simbolizada en las amenazas de Lamec (cf. Gn 4, 23). El hombre se
encuentra dominado por el mal y la tierra está llena de violencia, hasta el
punto que Dios permitió el diluvio (cf. Gn 6-9) 34. La torre de Babel (cf. Gn
11, 1-9) es el último eslabón de esta cadena de pecado que se desparrama sobre
la tierra.
Frente a esto, está la historia de Dios, que teje la primera
alianza de salvación con Noé, como primicia de las alianzas con los patriarcas.
Hay almas buenas que fieles a Dios cumplen sus preceptos y Él tiene piedad y
misericordia de ellas. La justicia de estas almas buenas beneficia a toda la
humanidad.
3. Sobre el matrimonio:
Dios creó el matrimonio y quiere que en el matrimonio el
hombre y la mujer sean iguales en naturaleza y dignidad y en derechos, y que
uno y otro se complementen. El hombre y la mujer forman una unidad, se integran
el uno a la otra, y son llamados a una comunidad de vida, en la amistad con Dios.
El matrimonio es una unión más fuerte que la de la sangre: es afirmado ya desde
aquí el carácter indisoluble y monogámico del matrimonio. La sexualidad es un
don de Dios para el hombre y la mujer: Dios los quiso sexuados. La sexualidad
tiene su razón honda y profunda en vistas a la unión de ambos en el amor para
la transmisión de la vida. Por eso, las relaciones entre un hombre y una mujer
son tan estrechas y profundas que los hacen ser “uno solo”. Ya desde el Génesis
está claro que el matrimonio es la unión de una mujer con un hombre; de un
hombre con una mujer.
4. Sobre el mundo y las
cosas:
El universo entero fue creado por la omnipotencia divina.
Todo lo hecho por Dios es bueno. Todos los seres de la creación son creaturas
de Dios.
VI. CONCLUSIÓN A
modo de resumen, las enseñanzas del Génesis son éstas: Dios es el creador de
todo cuanto existe; el hombre fue creado por Dios para vivir en amistad con Él
y fue colocado en un estado de felicidad; los creó hombre y mujer para que
compartieran el amor y continuaran el género humano; por instigación del
demonio el hombre pecó por soberbia, y por el pecado sobrevino el dolor, la
muerte y todas las inclinaciones malas que todo hombre lleva consigo en su
corazón; a la primera falta o pecado siguieron otros pecados de la humanidad;
pero Dios no abandonó al hombre sino que le brindó su auxilio lleno de
misericordia, continuamente, y le prometió mandarle un Salvador, que sería su
propio Hijo, Jesucristo.
VII. ORACIÓN:
Señor, hoy como antes, los hombres nos olvidamos de ti. Permite que recordemos
que Tú solo eres el dueño de todo cuanto existe y nuestro verdadero Señor. Que
te obedezcamos y te amemos, como te mereces. Así sea.
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