domingo, 17 de marzo de 2013

Palabras de nuestro padre Obispo ante la elección del nuevo Papa

Testimonio


N
o encuentro palabras para describir la inmensa alegría que experimento en el corazón al escuchar el anuncio a la Iglesia y al mundo de  la elección del Cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo sucesor del apóstol San Pedro; un Papa “venido del fin del mundo”, un Papa argentino y latinoamericano, el primero en los 2000 años de vida de la Iglesia Católica.
¡A cuántos argentinos les emocionará decir: a éste Papa lo conozco, él bautizó mi hijo, me confirmó, bendijo mi matrimonio, lo saludé después de Misa, lo encontré en el subte o el colectivo en Buenos Aires…! Y en mi caso,  desde hace cuatro años, compartir como hermanos obispos los encuentros de la región pastoral y las Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal, dialogando,  rezando juntos, intercambiando opiniones sobre la vida de la Iglesia y compartiendo  la mesa durante las comidas.
Como sacerdote y obispo joven siempre he tenido una gran admiración por el “Padre Jorge”, como el se presentaba al saludar o hablar por teléfono. Me
impactó su sencillez, humildad, cercanía, austeridad, respeto, y a la vez valentía para anunciar el Evangelio y denunciar  atropellos a la dignidad humana. No por nada, eligió el nombre de “Francisco” para ser llamado como Papa. Todo un mensaje que refleja su coherente estilo de vida y el que seguramente deseará sembrar en la Iglesia…caminar por todas partes sembrando el evangelio con sencillez y humildad, siendo servidores de la humanidad.
Recuerdo una expresión suya, durante una homilía, pronunciada durante una Asamblea Plenaria de Obispos: “debemos ser pastores con olor a ovejas”. Es decir, cercanos a la gente, sirviendo con el Evangelio en la mano y también aprendiendo de los demás.
En medio de una misión que desborda a cualquier hombre con sus solas fuerzas, con la ayuda de Dios y la oración de la Iglesia, seguramente este será el estilo que  resaltará en su ministerio petrino: “un pastor con olor a ovejas”: sencillo, claro, cercano, respetuoso; con su corazón puesto en Dios y sus brazos abiertos a la humanidad.  


P. Damián Bitar, Obispo de Oberá

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