Ante más de 75.000 personas que abarrotaban la Plaza de San
Pedro, el papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general de los
miércoles a tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una
de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús "de nuevo vendrá
con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos”. Los tres textos son; la
parábola de las diez vírgenes, la de los talentos y el juicio final.
El Papa habló del “tiempo inmediato”, entre la primera
venida de Jesús y la última: es el tiempo en que vivimos y en él se coloca la
parábola de las diez vírgenes que esperan al Esposo, pero como tarda en llegar
se duermen. Cinco de ellas, sabias, tienen aceite para encender sus lámparas
cuando el Esposo llega de improviso; las otras, las necias, no lo tienen y
mientras lo buscan, ya ha comenzado la fiesta nupcial y la puerta para entrar
al banquete está cerrada para ellas.
“El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada
es el que nos otorga, con misericordia y paciencia, antes de su venida final:
un tiempo de vigilancia, en que debemos mantener encendidas las luces de la fe,
de la esperanza y la caridad; en que mantener nuestros corazones abiertos a la
bondad, la belleza y la verdad; tiempo de vivir de acuerdo a Dios porque no
sabemos ni el día ni la hora del regreso de Cristo.
Lo que se pide de nosotros es estar preparados para el
encuentro, lo que significa ser capaces de ver los signos de su presencia, de
mantener viva la fe, con la oración, los sacramentos, de estar atentos para no
dormirnos ni olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos que se duermen es
una vida triste, no es una vida feliz. El cristiano tiene que ser feliz, sentir
la alegría de Jesús”.
La segunda parábola de los talentos “nos hace reflexionar
sobre la relación entre cómo usamos los dones recibidos de Dios y su regreso,
cuando nos preguntará cómo los hemos utilizado... Esto nos dice que la espera
de la venida del Señor es el momento de la acción, de aprovechar los dones de
Dios, no para
nosotros mismos, sino para El, para la Iglesia, para otros; el
tiempo en que buscar siempre que crezca el bien en el mundo.
Finalmente el Santo Padre abordó el relato del juicio final
que narra la segunda venida del Señor, cuando juzgará a todos los seres humanos
vivos y muertos. A su derecha estarán los que han actuado de acuerdo a la
voluntad de Dios, ayudando al hambriento, al sediento, al extranjero, al
desnudo, al enfermo, al encarcelado; siguiendo así al Señor mismo. En la
narración, a la izquierda del Señor están los que no han socorrido al prójimo.
“Esto nos dice que seremos juzgados por Dios en la caridad, según cómo lo hemos
amado en los hermanos, especialmente en los más débiles y necesitados.
“No temamos nunca el juicio final -concluyó el Pontífice- al
contrario, nos debe empujar a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con
misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a reconocerlo
en los pobres y los pequeños, para que nos comprometamos con el bien y estemos
vigilantes en la oración y el amor. Y que el Señor, al final de nuestra
existencia y de la historia, nos reconozca como siervos buenos y fieles”.
Palabras del Santo Padre en español
Queridos hermanos y hermanas: Deseo reflexionar sobre tres
textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades
que se profesan en el Credo: que Jesús “de nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos”.
En la parábola de las diez vírgenes, el Esposo que las
jóvenes esperan con las lámparas de aceite es el Señor. El tiempo de la espera,
es el tiempo que otorga Él antes de su venida final. En la parábola de los
talentos, se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y
multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se utilizaron.
Queridos jóvenes, ¿pensaron en los talentos que Dios les
dio? ¿Pensaron cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos
talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para
entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del
Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos
amado a los demás, especialmente a los más necesitados.
No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo
que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los
signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos;
se trata de ser vigilantes para no dormirnos, para no olvidarnos de Dios.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular al grupo de la arquidiócesis de Córdoba, Argentina, así como a los
provenientes de España, Colombia, México y los demás países latinoamericanos.
Invito a todos a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con
misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los
pobres. Muchas gracias
(Fuente: aica.org)
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