El papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia
general de los miércoles a la expresión "del cuerpo" con la que el
Concilio Vaticano II indica la naturaleza de la Iglesia: la Iglesia es cuerpo
de Cristo. Una ya habitual plaza de San Pedro repleta de fieles escuchó
atentamente la catequesis del Pontífice que recordó que “como el cuerpo no
puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo.
Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la
guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca
para ir en ayuda del necesitado”.
El Santo Padre recordó el texto de la conversión de Saulo,
que más tarde se llamará Pablo, para explicar cómo el apóstol con esta
experiencia nos enseña la profundidad de la unión entre nosotros, cristianos, y
Cristo.
"La imagen del cuerpo nos ayuda a entender esta
profunda relación Iglesia-Cristo, que san Pablo desarrolló de manera particular
-dijo-. La Iglesia es un cuerpo viviente y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús,
que lo guía, lo nutre y lo apoya pero como sucede en un cuerpo, es importante
que pase la savia vital para que viva, así que debemos permitir que Jesús
trabaje en nosotros, que su palabra nos guíe, que su presencia eucarística nos
nutra, nos ame, que su amor fortalezca nuestro amar al próximo".
"En la Iglesia -continúo el pontífice- hay una
variedad, una diversidad de tareas y de funciones; no hay una
uniformidad
plana, por la riqueza de los dones que distribuye el Espíritu Santo. Pero hay
comunión y unidad: todos están en relación los unos con los otros y todos
necesitan formar un único cuerpo vital, profundamente unido a Cristo.
Recordémoslo bien: ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y
recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, quiere decir
estar unidos al Papa y a los obispos que son instrumentos de unidad y de
comunión, y quiere decir también aprender a superar personalismos y divisiones,
comprenderse más, armonizar las variedades y las riquezas de cada uno; en una
palabra: querer más a Dios y a las personas que están a nuestro lado, en
familia, en parroquia, en las asociaciones. ¡Cuerpo y extremidades para vivir
deben estar unidos!”.
El Santo Padre con palabras improvisadas exclamó: "La
unidad es superior a los conflictos, ¡siempre! Los conflictos si no se
disuelven bien, nos separan entre nosotros, nos separan de Dios. El conflicto
nos puede ayudar a crecer, pero también puede dividirnos. No vayamos por el
camino de las divisiones, de las luchas entre nosotros. Todos unidos con
nuestras diferencias, pero unidos siempre: éste es el camino de Jesús".
“¡Cuánto daño causan a la Iglesia las divisiones entre
cristianos, el estar separados, los intereses mezquinos!. Las divisiones entre
nosotros y las divisiones entre las comunidades: cristianos evangélicos,
cristianos ortodoxos, cristianos católicos, ¿por qué divididos? Debemos tratar
de lograr la unidad tenemos que rezar entre nosotros católicos y con los otros
cristianos, rezar para que el Señor nos conceda la unidad, la unidad entre
nosotros. ¿Pero cómo vamos a tener la unidad entre los cristianos, si no somos
capaces de tenerla entre nosotros los católicos? ¿De tenerla en la familia?
¿Cuántas familias luchan y se dividen? Busquen la unidad, la unidad que hace la
Iglesia. La unidad viene de Jesucristo. Él nos envía al Espíritu Santo para
crear unidad”.
(Fuente: aica.org)
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